martes, 12 de mayo de 2009

RELATORÍA DE FECHA 28.ABR.2009

Por Carlos Molero Coca

El fantasma que nos habita.

Los asistentes al curso “Estado, Nación y Ciudadanía” - maestristas y doctorandos – de la UPG de la UNMSM proceden de distintas disciplinas como el Derecho, la Sociología, la Arqueología, profesionales de la Salud y la Antropología. Suelen llegar en distintas horas, debido a las múltiples ocupaciones laborales que, entre otras cosas, permiten pagar las cuotas mensuales pero que no justifican las tardanzas. Aunque todo aquello finalmente dependerá del juicio o la flexibilidad de la profesora y sea tomado por el suscrito como una amena pero no menos seria auto-critica que sirva de pretexto para dar inicio al dialogo virtual.

Dada la tolerancia de la profesora encargada – Mg. Yeckting - que, en este caso prefiere que la llamen Fabiola para establecer un clima de confianza o una simetría en el dialogo, y sobre todo por su procedencia y obligatoriedad de aulas sanmarquinas y ser testigo de una generación que contó y vivió mucho pero que ahora casi nadie recuerda, salvo cuando se reviven casos como el juzgamiento de un ex dictador que, entre otras cosas, tomó por asalto “pacíficamente” nuestras aulas y que todo aquello una vez más me sirva de pretexto para describir el contexto de algunos personajes que habitamos esas y estas aulas y que simplemente nos resistimos al olvido. Pero ahora, en este nuevo contexto, como docentes y también “eternos alumnos”, valga decirlo porque siempre estamos aprendiendo algo, de lo investigado, de lo cotidiano, de la interrelación establecida entre diferentes miradas, pareceres, incluyendo nuestras arbitrariedades, etc.

La descripción del curso y del blog como un sistema de comunicación efectivo dependerá - nos dice Fabiola - y que posiblemente sus deseos sean – en fin, el tiempo lo dirá - que esta dinámica pueda romper la fronteras de la obligación de aprobar un curso y que esto posiblemente suceda si se rompe la monotonía, incrementando un paisaje de intercambios de ideas, con rigidez académica pero evitando una exigencia casi monacal.

Su habitual velocidad se estabilizó, entendamos por esta última la ansiedad típica frente a un escenario poco conocido, a un tema dominado que entre las ganas perfectibles se nivelan conforme va cogiendo el hilo conductor de la clase. Es decir, la audacia de la memoria acude a salvarla cuando remarca sus experiencias de las prácticas con Lucho Montoya en el curso “Introducción a las Ciencias Sociales” y del profesor Raymundo Prado del curso “Introducción al Marxismo” allá por los años 1992 - 93 en pregrado de Antropología de San Marcos.

La clase empezó apelando al sentido crítico y participativo de los asistentes, al dialogo libre, etc. Aquí aparece “Marx y la lucha de clases” que son siempre una buena excusa, inevitable por supuesto, para comenzar a analizar a la sociedad moderna y la historia. “El Manifiesto Comunista” es citado y la frase que la abre: “Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo…” permite abordar la sociología. Entre tanto, ubicamos a Marx, como uno de los personajes más influyentes del Siglo XX, no solo a decir de Hobsbawm sino de cualquiera que pretenda abordar un análisis serio, incluyendo antagonistas. Un poco de su historia y su biografía personal nos pintan a un Karl Marx, de origen judío y pobre y a un Federico Engels que, debido a su cómoda posición económica permitió de alguna manera financiar las investigaciones que realizaba el primero además de las suyas.

La onceava tesis sobre Feuerbach que yace como epitafio en la tumba de Marx en Londres: “Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modo el mundo, pero de lo que se trata es transformarlo” ha sido y es una de las vindicaciones principales de quienes se ven involucrados en el análisis social que lindan entre el academicismo más exigente y la ortodoxia política. Quizá esta frase demoledora nos permita observar el corte entre la teoría y la praxis, es decir, la discusión bizantina que se estableció, por ejemplo, desde los años sesenta en nuestro contexto nacional y que era producto de la influencia de las grandes revoluciones socialistas: la URSS, la China y Cuba. Debate que posteriormente llevó a la política a sus accionar más extremo y a la teoría a una constante renovación y producción intelectuales considerables.

¿Somos occidentales?

Intervenciones respetables acudieron al llamado pero una visión etnocentrista quizá ignorada desde su formación académica permitió vislumbrar las limitaciones conceptuales de las miradas presentes. El ethos griego apareció como única forma racional y válida de observar el mundo, las cosmovisiones “no occidentales” - carentes de logos - quedaron relegadas a los estadios inferiores planteados por Lewis Morgan. Para ello, acudieron en defensa de la otra mirada, un intento de análisis de la alteridad desde una experiencia directa de campo. Un ceramio antropomórfico y de expresión dual permitió asumir la defensa de esta racionalidad distinta desde la interpretación de esta cultura, tomando en cuenta, si vale el préstamo, la mirada geertziana, describiendo si se quiere el texto desde la botella, su sistema social: el hombre con la tierra, su entorno - en los andes- la lógica de los opuestos entre los sexos, etc.

El debate se acaloró, valga el dicho, cuando surgieron afirmaciones y sustentaciones acerca de la lógica occidental obedece a un razonamiento sistematizado con bases en el lenguaje. Esta afirmación si se puede llamar semántica daría pie a calificar a ciudadanos que no acceden a la “cultura letrada” o lengua oficial como pre – políticos o irracionales. La instrumentalización de algunos elementos culturales considerados como subalternos en la publicidad y en la mass media daría signos – continúan las opiniones - de cómo en otras partes valoran lo que nosotros no valoramos. Así como la construcción de occidente se basaba en una experiencia inductiva concreta. Max Weber, en este caso, partió del análisis de una realidad concreta, el Estado prusiano. Desde esta observación se construye una teoría, lo que no ocurre con nuestra experiencia: “...es posible que no exista lógica, porque no había logos...”


Una intervención final sostuvo que Lèvi - Strauss en el “Pensamiento salvaje” demostraba que algunos pueblos primitivos tienen sistemas complejos y constituidos de clasificación, orden, etc.

Contemplando la modernidad

La exposición de Francisco Wong acerca del texto “la dominación” de Max Weber permite hacer una reseña general de la sociología y el contexto social que protagonizó el autor. Entre la multiplicidad de datos que se expusieron resaltaron los siguientes: Max Weber (1864 – 1920) hijo de protestantes luteranos, esto último le permitiría analizar de cerca la ética protestante.

Dentro de su vida personal, observamos que tiene disputas serias con su padre. Tiempo después éste fallece y la depresión de Weber dura cinco años. Lo cual - según sicoanalistas - sufrió un duelo patológico. Otros datos, nos señalan que Weber se gradúa como abogado, estudia historia, filosofía, economía, así como peleó en la guerra. Observó, también, el contexto de la transición del régimen monárquico a otro tipo de gobierno - incluyendo la influencia de la reforma luterana y el calvinismo - y tiempos después sostiene la tesis acerca de cómo desde la iglesia – o la religión - se construye la dirección del Estado y los gobiernos.

Otro punto expuesto: la austeridad como una de las prácticas sociales de la ética protestante demostraba la articulación existente entre las ideas religiosas con el sistema de producción social. Algunas intervenciones acudieron al refuerzo, tales como la valoración que éstos le daban al trabajo y como éste generaba riqueza y sobre todo de ser la tesis central de su libro la “ética protestante y el espíritu del capitalismo” (1904). En el caso peruano, por ejemplo, se observaba la ética laboral de la familia ayacuchana Añaños y la empresa “Kola Real”, etc.

Una observación puntual es que estos análisis se hacen solamente para occidente, aduciendo que una de las preocupaciones centrales de Weber es la modernidad, la construcción de la cultura occidental. Pretender hacer un análisis valorativo de otras sociedades desde esta perspectiva puede ser calificado como etnocentrismo.

La obra de Max Weber se caracteriza en dos partes, la primera por la construcción de categorías (donde incluye la dominación) y la segunda en lo relacionado específicamente con la Sociología Aplicada.

Weber, estudia la racionalidad de la sociedad moderna a partir de categorías como los tipos ideales. Desde esta perspectiva puede comprenderse lo que viene desde otros tiempos históricos y que de alguna manera se condensan en la modernidad.

El tema de la modernidad y la construcción del Estado Nación deberán ser entendidos desde la perspectiva de cómo el Estado ejerce el monopolio de la violencia. Y para entender el concepto de dominio, Weber plantea que existen tres tipos de dominación anclados en la obediencia de la gente que lo hace por distintas motivaciones, que se diferencian del poder porque éste es impuesto y que su práctica se facilita en el terreno de la legalidad. La dominación legal, por ejemplo, está relacionada a la administración burocrática; la dominación tradicional, vinculada a la subordinación de las costumbres; y la dominación carismática, relacionada al liderazgo ejercido por los caudillos.

El análisis de los caudillos trajo a colación la imagen de algunos lideres políticos de la escena mundial, donde los lideres históricos deberán de mostrar una imagen “justa y políticamente correcta” porque si no existe coherencia entre su discurso y su praxis entonces serían duramente criticados y su permanencia en el poder se tornaría vulnerable.

La incoherencia de Lugo

Finalmente la discusión en torno al ex obispo y actual presidente de la República del Paraguay Fernando Lugo suscitó opiniones encontradas entre los participantes del curso. La posición sostenida por Fabiola Yeckting apoyándose en las teorías feministas de los años 60’ acerca de que lo privado también es público le permitía exigir la coherencia con los valores democráticos. Coherencia que sonaba a veces a cierto conservadurismo extremo pero que se apoyaba en la lógica de que ésta debería de guardar correspondencia entre los actos personales y los valores que en este caso, el personaje en cuestión, defiende y proclama.

Entre los asistentes existieron opiniones que iban desde la compresión humana de los actos del criticado ex obispo y presidente hasta aquéllas que sostenían que eran simplemente un producto de la publicidad.

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